Échale la culpa a Neco.
Por Leandro Paolini Somers
En Mayo me mudé a Villa Ojete.
Sobre la costa, pasando Mar del Plata, más al sur, ahí donde hay mucho viento:
Necochea. Ciudad de 100.000 personas con alma de pueblo. Todos dicen que es un
pueblo. Pero yo no lo puedo decir porque sino te acusan de porteño soberbio. Es
como con los chistes. Hay jurisdicciones. Yo puedo hacer chistes de cáncer
porque mi viejo se murió de cáncer. Yo puedo hacer chistes de lesiones porque
vivo con lesiones. No puedo hacer chistes de Necochea porque no soy de
Necochea. Igual no me hago mucho problema porque este blog sólo lo lee mi
vieja: ¡Hola, Ma! ¡Saludos! ¡Muy ricas las milanesas, como siempre!
En este pueblo (sí, lo dije,
preparen sus antorchas, tridentes y vénganme a buscar a 87 y 2), hay una mezcla
de todo tipo de comunidades. En esta ensalada humana donde conviven comunidades
como la danesa y la vasca, también está la comunidad dominicana que inicialmente
llegó engañada, vía trata de personas e inmigración consecuente. Pero no es pueblo
dividido por comunidades, para eso están las clases sociales. Este pueblo
también tiene su lado Snatch, mediante la presencia de la comunidad romaní que está
aquí hace tiempo (así se le dice apropiadamente a los gitanos).
Los porteños también estamos acá
desde siempre. Seas dominicano, Romaní o porteño, estés hace 25 años o 4 meses,
igual siempre te van a presentar del lugar de origen del que provengas. Nativo
de Buenos Aires, radicado en Necochea. Nativo de Santo Domingo, radicado en
Necochea. Sólo los necochenses de cuna son necochenses. Parece que acá no
hubiese necochenses por adopción: “Ya es uno más”, es una frase común por acá. Yo
preguntaría “¿Uno más qué?”, pero mi mejor amigo me ruega que sea amable para
insertarme socialmente. Él es amable hace 25 años acá y le viven diciendo “el
artista de Buenos Aires que vive en Necochea hace mucho”. Ya es uno más…
Como los mejicanos en Los
Ángeles, si nos vamos todos los no nativos del lugar, vamos a ver qué hacen con
la ciudad…pobre pueblo. Lo dije de nuevo.
Este pueblo se ve como
conservador, restrictivo, desacelerado, y lo noté mucho cuando volví a Buenos
Aires. Allá hice de todo, todos los días, y es cierto eso de que todo se concentra
en Buenos Aires. No me gusta decir que Dios atiende en Buenos Aires porque soy
ateo y Dios para mi es vecino de Santa Claus. Pero eventualmente volví a
Necochea, donde por ahora elijo vivir mi vida, y una vez aquí recordé el por
qué la elegí para vivir. Aunque me río de sus cualidades y me mofo de muchas
cosas de la ciudad, de su gente, del diario, de casi todo, me río como un amigo
se ríe de otro porque lo quiere mucho. En la cara uno no le dice a un amigo
todo lo que lo quiere. En la cara uno lo humilla, lo gasta. Pero por detrás,
cuando el amigo no está, o la ciudad-pueblo de Necochea no escucha, uno no
puede parar de destacar que la gente acá es amable, inocente, que sabe decir no
sé, que abre la puerta a las oportunidades, que dice buen día, que sonríe, que
es tranquila, que es segura, que tiene la mejor playa del país, que tiene ese
ritmo lento no por cansino sino porque no tiene sentido apurarse al pedo.
Necochea es una
ciudad con mucho amor por el deporte, los espacios abiertos, la buena
alimentación y la buena vida. Con una gastronomía decente y una impronta
cultural que siempre tiene envión sin intención de frenar, porque la cultura y
el arte no se frenan, se produce, se vomita, de forma incontenible.
Cuando Necochea no mira, habló
con Buenos Aires y le digo que la quiero, siempre la voy a querer pero que acá
se está muy bien. Seas danés, vasco, dominicano, romaní o porteño, la Patria es
el otro. Necochea es el otro. La
Patria somos todos. Necochea somos todos.
CONTINUARÁ
0 comentarios:
Publicar un comentario