Ecuador
me mata (2013) Parte I.
Pisé
Ecuador por primera vez a los 5 años.
Una turbulencia fuerte hizo que el avión, donde viajaba con mi familia, tuviese
que descender en Quito para asegurarse de que la nave pudiese continuar viaje a
Buenos Aires. En 1981 esas medidas eran necesarias después del supuesto “pesto”
que se comieron todos los pasajeros. Yo no me acuerdo nada, pero mis viejos sí.
En su relato, zafamos de que el avión se estrelle, pero cuando aterrizamos en
la capital de Ecuador a mi me agarró una fiebre de 41 grados centígrados. Mi
mamá corría por el aeropuerto buscando un médico, mientras mi viejo se ocupaba
de los trámites de vuelo, hasta que una señora vestida como una bahiana
brasilera le pidió a mi madre si me podía ayudar. La desesperación de mi vieja
hizo que me entregue a la señora, que me abrazó y empezó a cantar algo mientras
se hamacaba en una silla. Lo hizo por 5 minutos. Cuando me devolvió a los
brazos de mi mamá, yo ya no tenía
fiebre. “Vaya madre, dele de tomar mucha agua” fueron las últimas palabras de
la mujer que quizás me salvó la vida, sin aceptar compensación monetaria
alguna. Así empieza mi relación con Ecuador. Fuerte.
Mi
secundario lo terminé en Miami. Allí conocí a Mara, una amiga de mi hermano,
compañera de High School y apenas más joven que yo. Mara es ecuatoriana. Con
Mara flirteamos todo mi último año de escuela hasta que ella se puso de novia
con un marine. Ahí se enfrió todo porque ella estaba con alguien, y a mí si te
gusta alguien de uniforme, me la bajas. En 2011 la magia de Facebook nos
reencuentra conectados y ambos separados de sus respectivas parejas. Yo de mi
ex y ella del marine, y como evidentemente nos quedamos con las ganas, yo saqué
la visa para irme a U.S.A a hacer algo que tendría que haber hecho hace 20
años. Pero después de meses de chateo y llamadas telefónicas diarias, el día que tenía
que definir la fecha de mi llegada a Miami, recibí un mensaje de texto: “No quiero que vengas a
Miami porque temo enamorarme y que te vayas. No vengas”. Fuerte.

Armé mi mochila, con el equipo de siempre (poca ropa, mi Victorinox, cuadernos y lapiceras, fósforos, linternas, tubos químicos, kit de primeros auxilios y 2 libros), y viajé
a Ecuador un 10 de febrero, después de mi cumpleaños y el de mi viejo. El
pasaje de ida y vuelta al país de Correa (Buenos Aires – Santiago – Lima –
Guayaquil y viceversa) lo pagué 948 dólares (en 12 cuotas sin interés con un
dólar oficial a 5 pesos). Aunque la ida fue difícil con tantas escalas y horas
entre vuelos (en Santiago tuve que esperar 7 horas de escala y en Lima también),
comí, caminé mucho adentro de los aeropuertos y me preparé un buen libro para matar
muchas horas de espera: Cell. En el aeropuerto de Santiago sentí un temblor y comí bastante, mientras que en Lima me dormí todo. El cambio de horarios, los vuelos, hacer tiempo y
otras variables (sumadas al jet lag) te dejan en un estado de “atemporalidad”
transitoria. Estar tanto tiempo en tránsito te deja en una burbuja de tiempo
suspendido que es muy interesante experimentar. Ni me quiero imaginar la atemporalidad de un viaje a China…
Sin una curandera que me espere, aterricé en Ecuador sin problema,
ni enfermedad alguna. Ecuador,
es oficialmente llamado República del Ecuador, y se lo
reconoce como un país constitucional,
republicano y descentralizado, situado en la región noroccidental de América
del Sur. Se divide político-administrativamente en 24 provincias y tiene una
extensión de 283.561 Km cuadrados. El país es surcado de norte a sur por una
sección volcánica de los Andes, al oeste de la cordillera se presenta una
llanura boscosa; y al este, la Amazonia. El territorio ecuatoriano incluye las
oceánicas Islas Galápagos a
1000 km de la costa. Es el país con la más alta concentración de ríos por kilómetro cuadrado en el mundo.
Ecuador es la octava economía latinoamericana más importante y es el país más
densamente poblado de Sudamérica. Actualmente es uno de los países que presenta
la menor tasa de desempleo de América y del resto del mundo. El desarrollismo
en el país es evidente a cada momento que uno camina las calles. Ecuador es un
importante exportador de petróleo en la región, además consta como el principal
exportador de bananas a nivel
mundial y uno de los principales
exportadores de flores, café, camarones y cacao.
Finalmente
llegué a Guayaquil el 11 de febrero a las 10 de la mañana. Generalmente, para
no volverme loco buscando hotel, suelo reservar a priori la noche de llegada y
la noche de regreso en un hotel, para ir directo desde el aeropuerto. La agencia por
la cual viajé (Asatej), me recomendó el Hotel Eloy Alfaro, de 3 estrellas. Decir que
este hotel era literalmente un telo de ½ estrella no es exagerar. Caí en ese
lugar, y aunque la señora que lo atendía trató de remarla con una sonrisa, una
toalla vieja y un jaboncito, ese hotel era el horror. Yo pagué 40 dólares desde
Buenos Aires y caían parejas a garchar por 20 dólares, mientras yo me registraba en el lobby. No tenía sábanas nuevas
en mi habitación, y aunque no había ningún fluido reciente, se notaban y olían
usadas (ah, y no me las quisieron cambiar). Fue el hotel del espanto y me
recuerda al hotel donde cayó Di Caprio en el comienzo de The Beach…
Si
bien muchos me advirtieron de la peligrosidad de Guayaquil, yo no lo vi
peligroso y también sumó que la policía local haya “rescatado” muchos espacios para
que los ciudadanos caminen en paz. Una linda área, para empezar a caminar, es
el Malecón Simón Bolívar.
Cualquier
zona de tránsito familiar es una zona de inversión o rescatada. Así que si bien
hay que estar despierto, esas áreas son mucho menos peligrosas que otras. Guayaquil, oficialmente llamada Santiago de Guayaquil, es la ciudad
más poblada y más grande de Ecuador. Es además un importante centro de comercio
con influencia a nivel regional en el ámbito comercial, de finanzas, político,
cultural y de entretenimiento. La ciudad es la capital de la provincia del
Guayas. Localizada en la costa del Pacífico, el este de la ciudad está a
orillas del río guayas, a unos 20 kilómetros de su desembocadura en el Océano
Pacífico. Actualmente la ciudad de Guayaquil tiene una población
flotante con la que alcanza los 2.684.016 habitantes dentro de su área
metropolitana.
Otra buena zona para moverse es el Boulevard 9 de Octubre, donde
hay un cine con salas multiplex y buenos restaurants. La semana en la que viajé
a Ecuador, abrió un KFC en Buenos Aires donde muchos ridículos hacían 3 pisos
de cola para comer. Me encanta ese pollo frito, así que sin hacer tanta fila,
en mi primera caminata guaya, me metí en un Kentucky Fried Chicken para probar
una pechuga + ensalada de cole slaw + arroz con lentejas (versión ecuatoriana
que reemplaza al puré de papas con gravy) + un vaso de Kola Gallito (parecida a
la Inca Cola, pero roja) sólo por 4 dólares. Ese es el precio promedio de los
combos en una franquicia estadounidense en Ecuador. Ponele que el pasaje fue
más o menos caro, pero cuando comías y pagabas con tarjeta de crédito te salía
baratísimo. Incluso comer sin tarjeta, ya que comer en un comedero improvisado
o en la calle, te puede salir 2 dólares. Sin embargo, en mi primera noche en
Guayaquil, caí nuevamente en un restaurant yanqui porque la nostalgia de la
comida chatarra me supera: pizza chica ‘meat lovers’ + jarra de ice tea a 9 dólares.
Hablemos
del atractivo físico de los ecuatorianos: las mujeres tienen rasgos afinados y
menos curvas que las colombianas y los hombres no son feos. Aunque todo se
tamiza por el principio de gustosidad personal, las mujeres más lindas de
Latinoamérica son las argentinas y los tipos que más pinta/onda tienen son los
cubanos.
Aunque
suene prejuicioso, la única verdad es la realidad, y me sorprendió ver menos
personas en situación de calle en Guayaquil que en Buenos Aires. Si bien hay
pobreza en la segunda ciudad más importante de Ecuador, no es tan visible cómo
en la capital Argentina.
Mientras
el roaming del celular y el uso de Facebook mataban la soledad, en mi tercer
día en Ecuador, abandoné Guayaquil y me fui hacia la ciudad de Cuenca. Tomé un
taxi en la puerta del hotel ½ estrella (y pagué 4 U$) y me dirigí a la Terminal
de Ómnibus donde compré un boleto por 8 U$. Las terminales de micro en Ecuador
son – en general - muy grandes y muchas suelen simular ser un shopping de
compras. La inseguridad de estas terminales quedó en el pasado cuando
decidieron generar inversiones comerciales, tener seguridad privada e incluso a
militares, protegiendo a los viajantes y turistas.
Uno
de los inconvenientes económicos de Latinoamérica, es que se abusa del uso del
dinero en efectivo (generalmente para evadir dinero al fisco). Lamentablemente
Ecuador no es la excepción y se estila pagar mucho en cash. A favor de la economía ecuatoriana, si bien su moneda dólar está atada a un vínculo constante con Estados Unidos, es mucho más fácil de operar para turistas y operadores financieros.
Tomé
un micro de la empresa Marco Polo que salió a las 12:50 p.m. Aunque el viaje lo
anuncian de 3 horas, se tarda 4 horas en llegar a la ciudad de Cuenca, quizás
mi tercera ciudad favorita en el país.
Una
vez allí decidí hospedarme en el “hostel” llamado “La Casa del Barranco”. Más
que un hostel, es un hotel 3 estrellas y bastante caro para los precios que se
manejan en Ecuador (30 U$). Pero como había llegado con lluvia, me lo habían
recomendado y el hotel de Guayaquil había sido tan malo, me debía un poco de
lujo y me quedé en el que terminó siendo el mejor hotel donde paré en Ecuador.
La habitación era muy limpia, con una amplia cama matrimonial, Internet gratis
en la sala, desayuno americano, baño privado con ducha caliente y televisión
por cable. Además, tanto el hotel como la ciudad, son híper seguros. Se puede
decir que en Cuenca descansé.
Cuenca, oficialmente Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca,
es una ciudad del centro sur de Ecuador y es la capital de la
provincia de Azuay. Está situada en la parte meridional de la Cordillera
Ecuatoriana. Es llamada la Atenas del Ecuador por su majestuosa arquitectura,
su diversidad cultural, su aporte a las artes, ciencias y letras ecuatorianas y
por ser el lugar de nacimiento de muchos personajes ilustres de la sociedad
ecuatoriana. En enero de 2011, Cuenca fue declarada como una ciudad
universitaria. Se considera que Cuenca es una de las ciudades del Ecuador con
mayor calidad de vida del país, lo que ha atraído retirados de EEUU, Canadá y
Europa.
Mi primera salida (campera y gorra de por medio) fue caminar en la calle paralela al rio. Cuenca tiene una onda “Cuzco light”: internacional, segura, turística, autóctona. Aunque le faltan las hordas de turistas, y un poco más de onda, por sus edificios y otros detalles, Cuenca me recuerda al Cozqo peruano. Permanecer 2 días en Cuenca no está nada mal.
En el mejor café de la ciudad (The Coffee Tree, en Calle Larga y Presidente Borrero), me vi un partido de Vélez vs Emelec mientras tomaba un café arábica y me secaba de la lluvia que no paró en ese primer día en la ciudad. Como era un día horrible, y yo estaba cansado, compré comida chatarra en un supermercado “Tía” y cené en la cama del hotel viendo películas por cable.
Aunque
siempre me molestó viajar solo, debo confesar que ya estoy acostumbradísimo y
la vida de mochilero me gusta. Me resulta natural esa rutina de tomar taxis,
micros, comer en la calle, dormir donde sea, pasear, seguir, mirar lo que otros no pueden, etc. Así son los
Latinautas ;)
Después
de mucho caminar por la ciudad, en el segundo día y con mejor clima, me fui
hacia Portours para arreglar un viaje a las ruinas de Inga Pirca. Los tours que
son los días miércoles, viernes y domingo, obligan a que uno vaya hasta la
terminal terrestre (con bus local a 2 U$) y tome un bus hasta la zona de El
Cañar (otro bus local a 2 U$). Viajé finalmente a Inga Pirka con recomendaciones de Almíbar
Tour (Calle Larga 8-41 y Luis Cordero). En esa agencia te ofrecen tours por 84
U$, o 40 U$, pero yo lo terminé haciendo por mi cuenta por 15 U$, tomando buses
locales y pagando la entrada al Parque Nacional Las Cajas.
Como la topografía es Andina, y el clima de la zona es lluvioso, se recomienda viajar de día, en caso de que haya un accidente de tránsito. Antes de viajar dos horas hacia las ruinas de Inga Pirka, almorcé en una picantería de Cuenca por 2 dólares (sopa con fideos, maíz, vaso de refresco + arroz con carnecita y frijoles). La humildad económica que puede haber en ciertas áreas, y ciertas personas, no les pesa, ni los hace resentidos. Con quienes comía en comederos (gente muy humilde), se alegraban de que uno comiera lo suyo a la par y le hablase de algo de lo suyo como el fútbol o la política. El ecuatoriano en general, es uno de los ciudadanos de a pie más brindados del continente.
Dentro
de las historias que nos contaron en el tour de las ruinas, es destacable
resaltar la fiereza de los Incas que supieron derrotar a los indígenas Cañarís,
aún cuando los locales eran más altos. Después de visitar las mencionadas ruinas
(2 horas de viaje de ida, dos horas de tour y dos horas de viaje de vuelta te
consumen el día), decidí volver a Cuenca y regalarme una noche más de buen
descanso en La Casa del Barranco. Aunque los 30 dólares me dolían, más me dolía
que sea en efectivo.
Por
la noche decidí salir a caminar y cenar en un restaurant de comida rápida local
donde comí una hamburguesa con muchas papas fritas y una Gallito Kola por 2
dólares. En mi caminata pasé por el Bar Prohibido que como rockería está bien,
pero como bar para tomar algo solo, o hacer amigos, no me parecía conveniente. Así que morí en el Coffee Tree (como todos los turistas y expats) y me tomé una
Pilsener a 2 dólares. Allí me quedé hablando de mochileo y política con un
checo derechoso y unas estudiantes colombianas hasta que a la 1 a.m me fui a
dormir para seguir rumbo hacia Ambato.
Al
otro día, desayuné un café con leche con 1 factura por 2 dólares en Tutto
Freddo (cerca de la Catedral de Cuenca) y me fui para la Terminal Terrestre. Si
bien mi destino final era la ciudad de Baños, es imposible ir hacia ahí sin
pasar por Ambato. Así que saliendo de Cuenca a las 12 pm, llegaría a Ambato a
las 5 pm y me tomaría otro micro hacia Baños, para llegar finalmente a mi
destino final a las 7 pm. En teoría. Para comer en el viaje me compré un
arsenal de te frío “Toni Frizz” (1,25 L a 1 U$) y varios gustos de Ruffles
(0,50 U$ c/u). No importa el clima o lo bien planeado del viaje, a todos los
tramos de micro (en Centroamérica y la mayoría de Sudamérica) hay que agregarle
una hora de demora. Como de Cuenca a Ambato me tocó un bus sin baño, cada hora
paraba para que la gente vaya a orinar y comprar comida. En una de esas paradas
me hice adicto al Nestea y comí chicharrón envasado, que es asqueroso y pura
grasa. En el viaje me fue imposible leer Cell porque la cumbia y el ballenato
que obligatoriamente tenía que escuchar me sacaban del clima apocalíptico anti-zombi
en el cual me quería guiar Stephen King. Así que me leí el segundo libro de Brian
Cronin entero. De Ambato a Baños tardé casi dos horas y costó 1 U$.
Finalmente
llegué a la ciudad de Baños (de noche) y en el camino me hice de un compañero
de viaje (Cuyen Gioacchinni). Como los dos éramos argentos, íbamos a hacer los
mismo y veníamos mochileando, decidimos compartir una habitación en un hostel.
Cuando fui a vaciar la mochila que tenía a bordo del micro, me di cuenta que me
la habían tajeado y me habían robado la cámara con todas las fotos de los
primeros 4 días de viaje. El hurto ocurrió de dos maneras posibles: o me la
tomaron del asiento de atrás cuando la apoyé en el piso debajo de mi asiento
(el más posible de los escenarios) o me la tajearon ni bien bajé del micro y me
crucé con la gente que quería subir a donde yo estaba bajando. Sea de la manera
que fuese, estaba asombrado por la habilidad del robo. De más está decir la
calentura que tenía por haber permitido que me roben las fotos de los primeros
días de mi vacación (que con el tiempo y Google Images fui recuperando, pero
sacadas por otros ojos).
Sea como fuese, ya habíamos llegado a Baños, la puerta de entrada del Amazonas Ecuatoriano. Los
primeros habitantes que poblaron Baños casi con seguridad pertenecían al tipo
de hombres de Lagoa Santa (Brasil), quienes aventurándose se infiltraron por la
cuenca del río Pastaza hasta llegar al límite con los Andes (Restos encontrados
en las cuevas de San Pedro en 1919). Baños no tuvo fundador ni fecha alguna de
fundación. Simplemente se fue poblando con la llegada de pequeños grupos
dispersos de indios (antes de la conquista) y de españoles y mestizos,
que comerciaban productos desde el Oriente hacia la Serranía y viceversa.
Con
Cuyen (15 años más joven que yo, pero no se notaba ;) compartimos habitación en
el mejor hostel de Ecuador, llamado "Plantas y Blancos" (a 2 cuadras
de la Plaza Principal) y sólo pagábamos 10 dólares cada uno. Como el tenía una
laptop importante, los dos veníamos con bastante dinero, y yo soy devoto de la
seguridad en números cuando uno viaja, decidimos hacer parte del viaje juntos.
En viajes y en la ruta, uno siempre tiene hermanos nuevos. Fuimos juntos a
pagar el tour amazónico, por el cual habíamos llegado a Baños y nos fuimos a
cenar (pollo a la parrilla, choclo, ensalada y refresco Fioravanti, a 5 U$ cada
uno).
Baños
de Agua Santa, oficialmente, es una ciudad apta para practicar varios deportes de aventura
tales como: rafting, kayaking, canyoning, escalada en roca, salto de puentes,
paseos a caballo, caminatas ecológicas, canopy, ciclismo de montaña, etc. Posee
5 balnearios municipales con aguas minerales y sulfurosas que van desde las
frías de 18 °C, hasta las termales de 55 °C; emergen de las entrañas del volcán
Tungurahua. Cuenta con una zona rosa en donde más de 30 peñas, bares y
discotecas. En esta ciudad se pueden acceder a más de 80 restaurantes con
variada gastronomía nacional e internacional. Luego de cenar, nos fuimos a
dormir y al otro día, muy temprano, nos despertamos para desayunar y visitar el
lugar más mágico donde estuve en mi vida: La Selva Amazónica.
La ciudad comúnmente conocida como Baños,
ofrece muchas atracciones: se puede visitar la Basílica de la Virgen del
Rosario de Agua Santa, se puede visitar las diferentes cascadas, ascender al
volcán Tungurahua, probar las melcochas (dulces hechos a base de caña de
azúcar), hay variedades de artesanías hechas en balsa y de tagua hechas en
otros lugares y revendidas en esta localidad. Baños definitivamente es mi
segundo lugar favorito para salir a cenar y divertirse de noche, en Ecuador.
CONTINUARÁ
Ecuador
Hoy
Los
prejuicios son patéticos y lo más triste es que hasta el más elevado los tiene.
Antes de mi viaje varios amigos me advertían de Ecuador como si estuviese yendo
a Nicaragua (el país más caótico que visité del Continente). Sin embargo, por
haberme criado en Ramos Mejía, por vivir en 2013 en Argentina, o simplemente
por haber recorrido 14 países de Latinoamérica, Ecuador no me impactó para mal.
Todo lo contrario. Si tuviese un buen contrato laboral, no dudaría en vivir en
Quito unos 2 años.
En
el Ecuador de hoy se ve que las distintas clases sociales mejoran, apoyados en
las múltiples inversiones y el plan desarrollista del presidente Correa. Según estudios de
la consultora Habitus, la clase media ha experimentado un importante
crecimiento en los 10 últimos años. A finales del 2012 el 35% de la población
era de clase media, mientras que en el 2003 sólo alcanzaba el 14%.
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